Me acuerdo mucho de una pieza que vi… Esta la vi en el Festival Alkántara, en Lisboa y era una colaboración entre cuatro coreógrafos que eran François Chenois, Cecilia Bengolea, Trajall Harrel y Marlene Monterio Freitas. Y. bueno, era una pieza, pues, bastante no usual. Era como una especie de cabaret construida a partir de solos todos muy fragmentarios, algunos se solapaban en algún momento y surgían como una especie de dúos así espontáneos pero era todo como así muy punky… Se cambiaban en escena, se maquillaban en el patio de butacas entre la gente antes de salir. Era también como muy “no bullshit”… No había casi… El backstage estaba en escena. Y bueno, lo único que conectaba así los solos pues era como el nombre: Mimosa que era como un personaje así vacío en el que podían reinventar como ellos quisieran. Y bueno llegado un momento dado al final de la pieza, que era flipante. Yo había flipado con esa pieza… porque hay un momento en el que Marlene Monteiro hace como una impersonación, como un drag queen del roquero este… de Prince. Que es una pasada, es una de las mejores escenas que he visto yo nunca… Muy extraña. Y el final de la pieza son cuatro solos otra vez… Continúa con el rollito de solos pero los cuatro últimos solos se sortean, en lugar de tener un orden predeterminado, los sortean en escena antes del final. Y ese día le tocó empezar a Cecilia Bengolea con su solo. Pero a ella no le pareció bien, ella es un poco diva, y quería acabar ella con su solo como la apoteosis final. Y no le gustaba nada empezar y se ralló y pilló un berrinche bastante considerable: comenzó a discutir con sus compañeros, empezó a llorar…. Los compañeros supongo que acostumbrados a este tipo de contextos decidieron irse y abandonarla en escena para que se le pasara el berrinche y decidiera continuar cuando a ella le pareciera. Y nada, me acuerdo mucho porque fue ese momento como bestial, que es difícil de vivir en un teatro porque no he vuelto a vivir en ningún otro espectáculo donde… Estuvo como 20 minutos suspendido en la nada, sin avisar al público de qué estaba sucediendo. Si estaba, si era parte de la ficción o no, o era un berrinche real de Bengolea. Estábamos ahí en un limbo, donde digamos la ficción y la realidad estaban los dos suspendidos, ¿no? Y, de repente, pues, cuando decidió que se vestía, bueno, y que había que continuar, pues se vistió, hizo su solo que era un playback de Wondering Heights de Kate Bush. Me acuerdo mucho de la pieza porque me impactó mucho. Para mí era una de las mejores que vi ese año y justamente creo que por ese, por ese… Accidente. Porque nunca he vivido durante tanto tiempo esa, esa suspensión… Y el no saber qué hacer. Y estar totalmente perdido cómo público de: “¿Cómo manejo yo esta situación?” Pero fue súper interesante.