(…) Hacía tiempo que pensaba en una pieza concreta y es una compañía sueca que es muy top, muy guay. Que no recuerdo el nombre ahora pero podría encontrarlo pero fue una coreografía creada por Debora Hay. Y recuerdo por ejemplo el placer de lo coreográfico fijado que a veces, no sé… Hay algo como que también se está perdiendo un poco o de la manera en que se hace no siempre me transporta. Y en este caso me transportó a un lugar muy placentero porque había esa armonía de que lo que está sucediendo es parte de un todo. Y luego podías ver la singularidad de cada una de las intérpretes pero muy, ¿cómo decir? Muy permeadas con el propio grupo. Entonces, no sé, era… era muy bello. Y entonces, de la pieza en sí lo que me capturó fue esa permanencia en algo. Ese insistir de alguna manera en algo y entonces va creciendo, se instala y se desinstala pero insiste, ¿no? Insiste en unos códigos y en unas maneras de hacer. Y, creo que eso, que esa decisión de apostar por una manera o por un lenguaje coreográfico eeeh, ¡ya! Me hizo viajar. Y, luego, no había una temática detrás de eso: “Estamos hablando de esto”, sino que era como que la propia política de la pieza y sus propios códigos ya generaban en sí una habitación, ¿no? Para mí como espectadora, ser parte de ello. Entonces eso, el tema de permanecer e insistir quizá pero creo que permanecer más (risas). Y luego, en relación a eso, que es algo que también he comentado en el podcast, como la temporalidad. Hay algo de la temporalidad que creo que en este caso está muy, muy relacionada también a la forma de vida que es como… Bueno, cuando vives en ciertos tempos, es como que hay algo interno en ti como persona que ya tienes esa dinámica. Y yo lo veo en los cuerpos cómo… ¿Sabes? Se nota que estas personas viven a x ritmo (risas). Y eso me parece muy bonito también. Cómo aplicas tu textura de vida a la creación. Y eso. Y había en los intérpretes, pues, algo como muy en calma y a la vez como muy con lugares como más dinámicos o más explosivos. Pero, algo como muy colocado, no sé. Como tomarse un té y dedicarle ese tiempo a mover la cucharilla y que de repente te suene una alarma que has olvidado quitar que descoloca esa situación, pero apagarla y seguir en esa tarea. Algo así. No es la mejor metáfora que he tenido, pero es lo primero que me ha venido ahora.