En el Teatro Olympia el monólogo Señora de rojo sobre fondo gris. Era una tarde en la que en el patio de butacas había mucha gente tosiendo. Mucho más de lo normal. Aquello no paraba. De repente, se escucha el audio de que va a empezar la función, dictado por el protagonista, que era José Sacristán. Y decía: “Señoras y señores, por favor, apaguen los teléfonos móviles, repito, apaguen los teléfonos móviles. Por quien no lo haya oído, vuelvo a repetir, apaguen los teléfonos móviles y apaguen las toses”. Se vé que lo que estaba sucediendo en esos momentos en el patio igual era habitual y habían tomado esa medida. Total que aún se escuchaba una tos… Se apagaron las luces, se abrió el telón y empezó la función. Y de vez en cuando… Una tos… Otra tos. Madre mía, este hombre se va a cabrear, va a parar la función y se va a marchar. Pero hizo algo inesperado. Estaba con su monólogo y cuando se escuchaba una tos, paraba, se quedaba unos segundos quieto y volvía a reprender el texto en el momento en el que lo había dejado. Continuaba… Hubo otra tos más. Y alguna otra más que no fueron las últimas. Pero… Cada vez que se escuchaba la tos, él repetía el mismo procedimiento. Paraba unos segundos y seguía. La verdad es que no la cortó, llegó hasta el final. Fue un día de: “Olé tus cojones, José Sacristán”.