Otro principio, que también fue memorable, aunque no me gustó tanto, fue una versión de Un enemigo del pueblo, que lo hacía Teatro Kamikaze, ponían mucho foco en la democracia… Y el caso es que al principio de la obra, lo primero era una votación en la que teníamos que decidir si había representación o no. En el que caso de que no hubiera no nos devolvían el dinero, ni nada. Era simplemente, pues un gesto de afirmación de la libertad de expresión frente a cualquier tipo pues de injerencia o de cambio en la función, ¿no? Y para mi sorpresa, el público bilbaíno, que siempre tenemos fama de previsibles y conservadores… Pues por muy poquito se celebró la función. Por muy pocas papeletas de diferencia. La mayoría, vamos la mayoría no, pero un grupo grande de gente quería reivindicar la libertad de expresión y dar la campanada con lo que habría sido la primera suspensión de la función en esta gira. Y otra vez me veía trabajando.