La de Juicio a una zorra, de Ernesto Caballero. Protagonizada por Carmen Machi. Claro, nada más empezar la obra…. Yo no soy de mirar mucho la sinopsis por eso de que te destripan, te destrozan la experiencia teatral. Están muy mal hechas. Y, claro, lo primero es ver a Carmen Machi diciéndote que ella es Elena de Troya, ¿vale? Es una grandísima actriz. Fue capaz —la obra es dramática—, pero fue capaz… hacían un chascarrillo de meterse a todo el público en el bolsillo. Fue la única vez que provocó una carcajada. Y, fue muy potente porque dijo algo así como que para todos pasaba el tiempo igual. Es decir, que viendo a Carmen Machi, podías creerte realmente que ella había sido la mujer más bella del mundo. Dicho esto, la anécdota es que al terminar la pieza, ¡una ovación! Todo el mundo… Fue espectacular, o sea, aquello era una comunión. Lanzaron flores, o sea, es de las muy pocas veces que he visto que gente se traía claveles y se los lanzaba a la artista… Sí que lo he visto en películas o en otro tipo de formatos más tipo musical. Pero, en teatro, eso de entregar un ramo de flores sí, pero no de lanzar al escenario. Y la anécdota es que una persona lanzó un guión. O sea, le lanzó un dossier en anillado, un texto a Carmen Machi. Me pareció maravilloso. Me pareció maravilloso. Y ella muy educadamente lo recogió. No sé si se lo miraría, se lo leería. Pero recogió las flores y recogió el guión. Y me pareció algo… o sea, era como: si querías de alguna manera que ella leyera tu texto, lo has conseguido.