En la última campaña para las elecciones al Ayuntamiento de Madrid, a Andrea Levy se le ocurrió decir en twitter, en algún momento, que ellos eran más de Yung Beef. (Para los que no lo sepáis Yung Beef es un trapero granadino que ha desarrollado la mayoría de su carrera en Barcelona). A lo cual Yung Beef le contestó: Pues yo creo que Yung Beef te vaciaría un cargador en la pierna si pudiera. Y… ahí quedó la cosa, ¿no? Luego le preguntaron a Fernando que por qué había dicho eso. Entonces, él dijo: “Bueno, yo que sé, Yung Beef es un personaje de ficción yo creo que eso es lo que él diría”. Y bueno, ahí quedó la cosa. Estamos todo el rato hablando del teatro, la pantalla, el escenario. Como que el arte escénico, o lo dramatúrgico o lo coreográfico siempre son fetiches que tenemos encapsulados dentro de un recinto, de un pedestal, de un marco. Y por qué no estamos hablando de dramaturgia de verdad, en plan, lo que ha hecho Yung Beef, ¿sabes? Amenazar con un arma de fuego a un político electo del PP ha sido posible gracias a un dispositivo dramatúrgico. Al decir Yung Beef es un personaje de ficción por Twitter. Y no le ha pasado nada a Fernando a pesar de que ha puesto eso. Eso es interesante, ¿no? Cómo opera lo dramatúrgico respecto a nuestro código penal, respecto de una campaña electoral, etc. A ver si vamos a estar haciendo aquí el tonto y las cosas están pasando y el arte escenico está pasando o tiene una dimensión que se nos escapa.