El día que pasé de espectadora de Mónica Valenciano a bailarina de su pieza. Yo estaba super ilusionada porque tenía muchísimas ganas de ver a Mónica Valenciano en directo. Nunca la había visto en directo. Estábamos en el Mercat de les Flors, en la sala pequeña. Y, bueno, aquello estaba super lleno. Había gente que se sentaba en una primera fila en el suelo. La pieza era, pues, bueno, muy en el estilo también de Mónica, que tenían como unas pautas de improvisación, Pero, bueno, claro, ella es una maravilla, se lo podían permitir tanto ella como Patricia Caballero, bailaban las dos. Y yo estaba en esa primera fila, sentada, mirando pues todo lo que estaba sucediendo, súper atenta. Y en un momento dado, en uno de los momentos así en los que se acercan mucho, mucho, mucho a la primera fila, se acercaron hacia donde yo estaba y las dos se cogieron las manos. Se cogieron una mano, y… hicieron como una especie de arquito por el que con la mirada me invitaban a pasar. Y, bueno, pues yo pensé: “Bueno, es el típico juego con el público, me invitan a pasar por el arquito”. Así que yo pasé rápidamente por el arquito porque me estaban insistiendo; y a mí me daba un poco de vergüencilla… Pero, bueno, me insistieron y tampoco quise no entrar en la cosa. Así que pasé por el arquito y enseguida me volví a sentar en mi sitio. Pero, les pareció poco parece ser. Con lo cual, se quedaron así mirándome y me hicieron otra… Otro gesto para que volviera a pasar por el arquito. Entonces, volví a pasar por el arquito. Entonces, lo cerraron y me recogieron por la espalda y, de repente, me vi haciendo una diagonal con Mónica Valenciano y Patricia Caballero por toda la sala y, de pronto, había pasado de ser espectadora a ser bailarina con Mónica Valenciano. Y estaba en la otra punta de la sala con todo el público enfrente. El público se moría de la risa. Las tres estábamos en la otra esquina y… De repente, se produjo una situación muy extraña porque, claro, yo tenía que salir de ahí. Claramente, sobraba. Y hubo un momento en que ellas también se quedaron un poco así como: “Ahora cómo coño sacamos a esta”. Y recuerdo que Mónica en un momento dado me dijo: “Tú haz lo que… Sigue a Patricia y haz lo que ella haga”. O algo así como que me iban a acompañar amablemente otra vez a mi sitio. Y, entonces, bueno, pues nada, me tuve que volver a cruzar toda la diagonal de la sala haciéndome unas piruetas garrulas que me inventé (risas) para volver a mi sitio y volver a mi lugar de espectadora. Recuperar mi función de espectadora que era realmente el lugar que tenía que ocupar.