Pues, mi experiencia como espectadora que me apetecía contar: es a partir de uno, quizá uno de los pocos. No, seguro. Uno de los pocos espectáculos que he visto precisamente dos veces. No del todo voluntariamente, aunque sí gustosamente porque… es el espectáculo de La Consagración de la Primavera de Roger Bernat. Entonces, Roger Bernat es un creador que trabaja con el teatro participativo y, de hecho, siempre hace dispositivos donde no hay intérpretes, sino que es el mismo público el que ejecuta y es como está lógica de instrucciones. Entonces, esto sería el año dos mil… 2012, me imagino En unas fiestas de la Merced estaba programado este espectáculo. Y, claro, el espectáculo es a partir de la coreografía que hizo Pina Bausch de La Consagración de la Primavera de Stravinski. El dispositivo es, pues como casi un campo de fútbol. Pueden participar como cien personas y, entonces, te dan unos auriculares y a partir de estas instrucciones, pues sin darte cuenta, estás bailando la coreografía de Pina Bausch. Entonces, esto cuando lo vi el 2012 que yo no estaba tan acostumbrada a ver espectáculos participativos pues me impactó muchísimo, la verdad. Porque además, recuerdo que iba con una amiga y mi amiga en cuanto vio que era participativo me dijo que por encima de su cadáver, que no tenía ninguna intención de salir. Le dije: “¿De verdad me está diciendo que prefieres quedarte fuera?”, y: “sí, sí, sí.” Entonces, yo que no tengo ningún reparo y al contrario, siempre me interesa mucho romper esto, pues participé. Y, entonces, bueno, por no enrollarme mucho en eso del 2012, pues eso, me impactó mucho porque me gusta mucho la coreografía de Pina Bausch, ¿no? Y hay un momento en que miras alrededor y dices: es que realmente estamos haciendo la misma pero, claro, lo interesante del espectáculo es que obviamente no estás bailando igual que las bailarinas de Pina Bausch pero es como que lo ves. Es como que entras en un ejercicio de ficción que es que te emociona incluso, aunque tú estás viendo a una señora de 70 años haciendo… cogiendo un pañuelo y ya está ,¿no? Pero, entonces lo recordaba como con mucho cariño y ahora hace unos meses… debería… sería… 2022 lo hicimos en el teatro donde trabajo, que es el Teatre Artesà del Prat. Entonces, estaba programado y, claro, yo estoy en otro rol súper diferente porque trabajo en ese teatro. Aún así puedes ir a ver el espectáculo y me apetecía volver a verlo, ¿no? Con esta lógica. Entonces, empieza y era con un montón de adolescentes. Era un pase para adolescentes y derivados. Algún niño pero casi todo adolescentes de 15 y 16 años. Entonces, estoy en el espectáculo con toda la lógica de: hoy no vas a salir, Mila no vas a salir, por favor, que sea otro el protagonista, estás trabajando en el teatro. Porque tengo la maldición de que en los espectáculos participativos siempre me toca salir. Pues nada, empieza el espectáculo y, entonces, te dividen en cuatro grupos, como que define un campo. Y, entonces, en los auriculares escucho que dicen, en los que yo llevaba, y dicen: «das dos pasos adelante y entras en el…», no recuerdo, «en el campo», o algo así. Y yo pensando que esto se lo estaba diciendo a todo el grupo que estaba conmigo y, entonces, yo sin pensarlo, di dos pasos adelante y sólo me moví yo. Luego supe que en realidad nadie más quiso salir… Bueno, entonces pensé… salí, me tocó hacer, nada, un par de cosas y dije: «es la última que salgo». Ya a partir de ahora cada vez que digan algo, ya no salgo más. Llega un momento en el espectáculo en el que inevitablemente se reduce como a tres o cuatro personas y entonces ya tienes, tienes que salir. Y, en resumen, acabé haciendo del personaje protagonista que en el espectáculo de Roger Bernat consiste en hacer, no recuerdo el nombre del personaje, pero bueno es como la coreografía de Pina Bausch. Entonces, te ponen un vestido rojo casi… Bueno, te abrazas con otra persona y entonces haces un solo de 15 o 20 minutos (risas) en medio de toda la gente (risas). Y claro, lo que recuerdo sobre todo es como por una parte, a pesar de haberla visto dos veces, aguantas. O sea, sigues teniendo esa experiencia increíble del espectáculo. No es la sensación de «esto ya lo he visto». Y, además, que ese pacto de ficción que se genera, que es lo que me parece más interesante, porque yo estaba allí sabiendo que estaba haciendo el ridículo pero ves cómo la gente está deseando que hagas… o sea, tienes que responder delante de tu público, en cierta manera. Y, entonces, al final pues acabé agotadísima. Al final, te aplauden, todo el mundo felicitándome. Yo pasando muchísima vergüenza y cuando acaba ya todo, estamos recogiendo como una hora después o así el Roger Bernat pues me iba diciendo: «¡lo has hecho súper bien! ¡Qué interesante!» No sé qué, tal, así… Y, entonces, me pongo la acreditación del teatro y me dice: «¿Pero tú trabajas en el teatro?» Digo: «pues sí, sí, sí que trabajo en este teatro». Pero bueno, me gusta esta cosa de romper los roles entre espectador, trabajar en cultura pero estar ahí como espectador al mismo tiempo que no rompa nada y tal. Y me apetecía como contar esta cosa de cómo te ponen crisis como espectador.